Posando mi vista en vos, requisito inapelable de mi pulsión escópica me envuelvo en tu danza sutil avasalladora de tripulantes de la noche
centro mi mirada, en tu centro, donde se asemeja a un cerrojo, donde todo parece disolverse con una sonrisa tuya, como que nada exista, que solo somos, y nada más
llevé la cuenta hasta tres, y desde ese momento ya tenías el control, dirigiendo la ornamenta a tu antojo, pese a mi mucha atención y mucha precaución, solo conseguí terminar fundido en vos, sediento, hambriento, somnoliento.
Ya son más de quince años de escribir poesía, son más que poemas, letras, diario y bitácora, son mi legado, la prueba de que pasé por este planeta alguna vez, y aquí les entregue mi versión de la vida, estas letras permanentes son mi adagio de amor y odio. Gracias amados lectores, por permitirle a estas letras existir.
Me resulta repudiable, incluso abominable, escribir poesía genérica, escribir un poema que sirva para toda ocasión, para todo momento y para cualquier persona
procurando no tropezarme con el abismo de la exclusión, hoy te digo amigo mío, que aunque un poema tardó seis años para llegar a vos, ese era el momento tuyo, no antes, ni después… hoy te digo que la respuesta del cuerpo a la muerte es la vida y la respuesta del cuerpo a la vida es la muerte; también debes saber que si este poema no te llega hoy, te llegará mañana.
Guardar el corazón en la gaveta mientras se usa el nuevo, el recién comprado; eso no tiene nada de original, muchas personas lo intentaron a lo largo de los años, fracasando en cada intento
si, el corazón allí en la gaveta, sin recibir sangre, asfixiándose, no podría ser reparado jamás, don Leónidas conocía estas señales, por eso no pudo reparar nada cuando aún vivía
ahora que él está muerto, y ha dejado su legado en mí, no me queda otra que vivir como anacoreta, lejos de todo el dolor, lejos de los que intentan engañar, a quienes le quieren sanar.
llevo el aroma de la vela roja que me enciende cuando pienso en ti, llevo el recuerdo de tu cabello que me eriza cuando te siento en mí, llevo el sabor de tu boca que me provoca cuando posas tus labios en mí, llevo la imagen silueta que tan gustosamente traes a mí, llevo las palabras que sanaron... la curita para mí, como el más preciado de los tesoros que habita hoy en mí.
Es que es me resulta extraño ver como yo veo el mundo es el mismo que cuando tenía ocho años, son los mismos pájaros, las mismas calles, la misma gente, nada ha cambiado, soy yo el que hago los cambios en mi mente, soy yo quien fabrico el cielo o el infierno aquí en la tierra, y pareciera hay más infierno que cielo, no porque sea más común, es que tan solo me resulta más fácil joderme la vida, que hacérmela amable, por más tonto que parezca ese pensamiento.