Mi amada muerte, ya no eres más una enemiga
he conseguido engañarte con un rostro pueril
te he hecho mi amante sin darte a cambio mi vida
seduciéndote con la penumbra, pero a tus espaldas gozando de la vida plenamente
ya tendrás oportunidad para cobrarte cada uno de mis engaños
pero no sucederá por cuenta mía, tendrás que venir hasta aquí, hasta mis pies, un martes cualquiera, pero te advierto que no iré en tu búsqueda, como lo he profesado tantas veces.